Atlas de histología vegetal y animal

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Órganos animales. Digestivo.

HÍGADO

Lobulillo
Vena centrolobulillar
Tríadas portales
Capilares sinusoidales
Todas las marcas
Sin marcas
Ejercicio
Hígado
Órgano: hígado.
Especie: rata (Rattus norvegicus; mamífero).
Técnica: hematoxilina-eosina en cortes de 8 micras de parafina.

El hígado es la glándula, órgano, o víscera más grande del cuerpo. Está situado bajo el diafragma y protegido por las costillas, y lo recubre una cápsula de tejido conectivo fibroso (cápsula de Glisson) que penetra en el órgano para formar tabiques que lo dividen en lóbulos y lobulillos. La formación del hígado es a partir de una invaginación del tubo digestivo que se produce durante el desarrollo embrionario, por tanto tiene un origen epitelial. Los hepatocitos son las células que forman la mayor parte del hígado y son los principales responsables de su función. Una gran parte de la sangre que llega al hígado proviene de la vena porta que recoge los productos de la digestión que han sido absorbidos. Esta fuerte irrigación sanguínea es lo que hace que el hígado tenga un color rojizo. Las funciones del hígado están estrechamente relacionadas con las del tubo digestivo, pero no sólo con ellas.

 Microscopio virtual. Hígado.
Microscopio virtual. Hígado.

La organización celular del hígado es relativamente sencilla puesto que es la repetición de una estructura básica denominada lobulillo hepático. Los lobulillos suelen estar separados entre sí por tejido conectivo, aunque no en todas las especies es claramente visible. Tienen forma de prisma poligonal que mide de 1 a 2 mm de diámetro. En secciones transversales tiene una forma aproximada de hexágono con una vena central o centrolobulillar de gran diámetro. En los vértices del hexágono, entre lobulillos contiguos, se encuentran los espacios portales formados por tejido conectivo y por las denominadas tríadas portales, compuestas por una rama de la vena porta, una rama de la arteria hepática y un conductillo biliar. También poseen vasos linfáticos y fibras nerviosas. La vena porta hepática trae el 70-75 % del flujo sanguíneo (15 ml/min) y contiene sangre poco oxigenada y rica en nutrientes proveniente del tracto gastro intestinal, del bazo y del páncreas, mientras que la arteria hepática transporta sangre oxigenada desde la aorta. La sangre llega a Los vasos sanguíneos portales de los vértices, los cuales traen las sustancias desde el sistema digestivo, mientras que la vena central drena el resultado de la actividad de los hepatocitos. Los vasos portales y la vena central se comunican gracias a capilares que discurren entre los hepatocitos denominados capilares sinusoidales (Figura 1), cuya pared está compuesta por una capa discontinua de células endoteliales fenestradas que carecen de membrana basal. Estos capilares discurren de forma radial, recogen el fluido de las venas portas y arterias de los vértices, además de la secreción endocrina de los hepatocitos, y confluyen en el centro del lobulillo para liberar su contenido en la vena centrolobulillar. La confluencia de las venas centrolobulillares da lugar a las venas hepáticas que finalmente drenan en la vena cava inferior.

Canalículos biliares
Figura 1. Imagen tomada con el microscopio electrónico de barrido en el que se muestran los hepatocitos del hígado. En ella se pueden apreciar los capilares sinusoidales entre las láminas de hepatocitos. Mientras que los canales irregulares de pequeño calibre son los canalículos biliares, formados por las membranas celulares de los adipocitos.

Los conductos biliares, que forman parte de la tríada, recogerán el contenido exocrino de los hepatocitos que se denomina bilis. Esta excreción irá en sentido contrario a la corriente que discurre por los capilares sinusoidales, es decir, se dirige desde los hepatocitos hasta los conductos biliares de la periferia del lobulillo hepático. Esto es posible porque las membranas plasmáticas de hepatocitos continuos crean unos espacios interconectados que forman los denominados canalículos biliares, los cuales se organizan en una red anastomosada que termina por fusionarse con los conductos biliares.

Los hepatocitos suponen más del 75 % del hígado y se organizan en láminas o trabéculas con perforaciones, frecuentemente de una célula de espesor, que se fusionan entre sí para formar un entramado complejo de forma parecida a una esponja. Entre las láminas circulan los capilares sinusoidales que poseen un pequeño calibre, y entre el endotelio de éstos y los hepatocitos existen unos espacios acelulares denominados espacios perisinuosidales o espacios de Disse. Los hepatocitos liberan dos tipos de sustancias: endocrinas hacia los capilares sinusoidales y exocrinas hacia los canalículos biliares. Son células relativamente grandes, unas 20 a 30 μm, con núcleos redondeados, algunas son binucleadas, y la mayoría son tetraploides.

 Hepatocito
Hepatocito

Los hepatocitos son los responsables de la secreción endocrina de una gran cantidad de proteínas plasmáticas como albúminas, lipoproteínas (transportan colesterol), glicoproteínas como la transferrina, protrombina y fibrinógenos (responsables de la coagulación sanguínea). También almacenan y modifican vitaminas tales como la A, la D o la K, y hormonas tales como hormona del crecimiento. La insulina y el glucagón son hormonas degradadas principalmente en el hígado. Son centros de detoxificación de primer orden, participando en el catabolismo de toxinas y moléculas externas al organismo (como la mayoría de los fármacos). Son importantes en el metabolismo de carbohidratos (gluconeogénesis, glucogenolisis y glucogenogénesis) y lípidos (síntesis de triglicéridos y colesterol). Además, sintetizan, a partir de amonio, la mayor cantidad de la urea que se produce en el organismo, y que posteriormente será excretada en los riñones. En el hígado también se elimina por fagocitosis un 20 % de los glóbulos rojos envejecidos (el 80 % restante se elimina en el bazo) por medio de macrófagos denominados células de Kupffer.

Los hepatocitos producen la bilis, que es recogida en los canalículos biliares que desembocan en los conductos biliares. Éstos drenan en los conductos hepáticos derecho e izquierdo, los cuales salen del hígado y convergen en un sólo conducto denominado conducto hepático común, al cual está conectado el almacén temporal de la bilis que es la vesícula biliar a través del conducto cístico. Finalmente, la bilis se conduce hasta el duodeno a través del conducto biliar común. Es una solución acuosa que contiene productos de deshecho que son enviados al intestino y eliminados, pero la bilis también contiene componentes útiles que ayudan a la digestión como sales biliares, proteínas, colesterol y hormonas. Las sales biliares ayudan en la digestión de las grasas.

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