Los riñones son órganos pares que se localizan en la parte posterior de la cavidad abdominal, en el retroperitoneo, en humanos entre la última torácica (T12) y la última lumbar (L3). Tienen forma de alubia con la zona convexa orientada hacia la parte lateral del cuerpo y la cóncava hacia la zona medial. Es por esta última parte, en una zona denominada hilio, por donde las arterias renales suministran sangre a los riñones y las venas renales lo drenan. Por el hilio también salen los conductos que recogen la orina para llevarla hasta la vejiga urinaria.
El riñón está rodeado por gran cantidad de tejido adiposo. En la parte dorsal de cada riñón, encastradas en esta grasa, se encuentran las glándulas suprarrenales, que son glándulas endocrinas. La capa más externa del riñón se denomina cápsula, formada por tejido conectivo. En muchas especies es una fina capa de conectivo, pero en otras, como en humanos, se puede dividir en dos partes: externa e interna. La externa está formada por fibroblastos y fibras de colágeno, mientras que la interna contiene miofibroblastos, los cuales permiten resistir los aumentos de presión del riñón. En la zona del hilio la cápsula se continúa con el conjuntivo de los conductos y vasos sanguíneos.
Debajo de la cápsula está la corteza renal, de un color rojizo debido a la gran cantidad de vasos sanguíneos que contiene. En la corteza se encuentran los corpúsculos renales de las nefronas, así como los túbulos contorneados proximales y distales, que en su conjunto forman los laberintos corticales. Espaciadas más o menos regularmente se encuentran en la corteza unas líneas o estrías (no visibles en esta imagen de rata) que se dirigen a las pirámides renales (ver más adelante) y que se denominan rayos o estrías medulares (aunque están en la corteza). Son las asociaciones de los túbulos rectos, proximales y distales de la nefrona, y los túbulos colectores.
Los túbulos contorneados y corpúsculos renales sólo están en la corteza, mientras que los túbulos rectos y los túbulos colectores se extienden hasta la capa más interna denominada médula. Sobre todo los túbulos colectores y los conductos colectores, éstos de mayor calibre, se disponen en haces grandes que conforman estructuras en forma de pirámide, con la punta señalando hacia el hilio y la base en contacto con la corteza. A cada una de estas pirámides se les llama pirámides renales o medulares. En humanos hay de 8 a 18 pirámides renales en cada riñón, mientras que en otras especies como en la rata sólo hay una. En torno a las pirámides y en contacto con sus caras laterales, se extiende parte de la corteza. En las pirámides renales se da un proceso de confluencia de túbulos colectores a conductos colectores, cada vez de mayor diámetro.
El vértice de la pirámide se denomina papila. Está perforada y a través de dichas aberturas se libera el filtrado renal en los cálices menores. Éstos últimos son prolongaciones de una estructura colectora denominada cáliz mayor, que a su vez es una ramificación de la pelvis renal, la cual finalmente se continúa con el uréter (Figura 1).
La función del riñón no es sólo eliminar productos de desecho presentes en la sangre, sino que también controla la concentración de electrolitos, la relación ácido-base y la presión sanguínea. Están inervados por el sistema nervioso periférico de manera que mediante vasoconstricción o vasodilatación pueden regular el flujo sanguíneo a su través.