En mayor o menor medida, todas las células vivas son secretoras, pero algunas están especializadas en esta función. Secreción es la liberación de sustancias por parte de las células al medio extracelular, teniendo estas substancias un propósito en la fisiología del organismo. Las células secretoras se suelen asociar para formar glándulas, aunque no siempre es así. Típicamente, una glándula es una asociación grande y compleja de células cuya principal función es la secreción. Pero a veces existen células aisladas o agrupaciones pequeñas de células que se localizan entre los epitelios de revestimiento o tejidos internos y que también están especializadas en la secreción. Durante su formación embrionaria, las glándulas se originan a partir de un epitelio de revestimiento (Figura 1). En función de cual sea el destino de sus productos de secreción se denominan exocrinas, si el producto queda en el exterior del cuerpo (por ejempo piel, conductos respiratorios o digestivo) o endocrinas, cuando el destino final de su producto es el torrente sanguíneo o el espacio intercelular.
1. Glándulas exocrinas
Las glándulas exocrinas liberan sus secreciones a una cavidad interna o al exterior del organismo. Pueden hacerlo directamente, como es el caso de las células secretoras intraepiteliales, que son células que forman parte del propio epitelio de recubrimiento. Normalmente estas células se encuentran dispersas y aisladas entre las otras células no secretoras del epitelio y se denominan células secrectoras unicelulares, como las células caliciformes o las células de la superficie secretora del estómago. Sin embargo, en ocasiones se observan varias células secretoras intraepiteliales formando grupos pequeños que no son mayores que la altura del propio epitelio, a los que se denomina glándulas intraepiteliales.
Las glándulas exocrinas son generalmente más complejas y poseen una porción secretora que libera su contenido a una cavidad, la cual comunica con el exterior mediante un conducto excretor, comunicando de esta manera la porción secretora con el epitelio de revestimiento. El conducto secretro suele estar formado por epitelio cúbico simple o estratificado, dependiento del tamaño de la glándula. Las glándulas exocrinas pueden llegar a ser muy complejas morfológicamente y se clasifican según la forma y grado de ramificacón de sus conductos excretores y la organización de sus porciones secretoras (ver figura). La parte secretora es la zona de producción del contenido glandular y se puede organizar en acinos, donde las células secretoras se disponen de forma muy compacta y prácticamente no dejan espacio para el producto secretado, y en alveolos, en los que hay un espacio amplio para la secreción (Figura 2).
El modo en que las células de las glándulas exocrinas secretan sus productos pueden ser: a) Merocrina, cuando el producto es secretado por exocitosis; b) Apocrina, cuando la secreción implica la rotura y liberación de la porción celular apical; c) Holocrina, cuando el contenido interno de la célula se libera por rotura total de ésta (Figura 3).
Las sustancias secretadas por las glándulas exocrinas son variadas y con funciones diversas, y esto se utiliza como criterio para su clasificación. Así, por ejemplo, las glándulas salivares pueden ser mucosas, serosas o mixtas. Las glándulas mucosas pueden liberar glucosaminoglicanos, proteoglicanos y glicoproteínas para recubrir superficies internas, mientras que las glándulas serosas liberan enzimas para la digestión de los alimentos. Las glándulas salivares mixtas liberan ambos. En las glándulas tubulosas que forman el epitelio del estómago hay hasta cuatro tipos de células secretoras diferentes: mucosas, principales, oxínticas y endocrinas aisladas.
2. Glándulas endocrinas
Las glándulas endocrinas no tienen conductos y secretan sus productos, como hormonas y proteínas, al espacio extracelular, desde donde pasan al torrente sanguíneo para distribuirse por el resto del organismo. Hay células endocrinas intraepiteliales aisladas que forman el denominado sistema neuroendrocrino difuso. Estas células están entremezcladas con las células epiteliales que revisten el tracto respiratorio, del tracto gastrointestinal y también se encuentran entre las células de la hipófisis. El resto de células endocrinas se asocian en grupos formando glándulas endocrinas (no intraepiteliales) en torno a vasos sanguíneas, lo que hace que las células secretoras se dispongan en cordones o glomérulos rodeados por una red densa de capilares. Los productos de secreción no se liberan inmediatamente después de su síntesis sino que se pueden almacenar en el interior celular hasta que llegue la señal para su liberación. En algunos casos estos productos pueden almacenarse extracelularmente en reservorios denominados folículos, formados por células secretoras, como es el caso del tiroides. En otras ocasiones varias glándulas endocrinas que secretan sustancias diferentes se asocian para formar una estructura única, como ocurre en las glándulas suprarrenales.
En órganos como el páncreas coexisten glándulas exocrinas y endocrinas en estrecha asociación. La parte exocrina libera su contenido al tubo digestivo, mientras que la parte endocrina forma los islotes de Langerhans.
3. Otras
En algunos epitelios existen células que secretan productos al interior de los tejidos pero que no llegan al torrente sanguíneo, sino que dichos productos difunden a través de la matriz extracelular y actúan sobre células próximas. Se habla entonces de un tipo de secreción paracrina. Este tipo de secreción no es exclusiva de las células epiteliales.
Hay epitelios glandulares cuyas células son prácticamente todas secretoras y que no forman la estructura típica glandular descrita anteriormente. Un ejemplo es el epitelio de los plexos coroideos, los cuales se encuentran en los ventrículos del encéfalo. Este epitelio secreta el líquido cefalorraquído del sistema nervioso central y está entre los epitelios secretores más eficientes en cuanto a la tasa de liberación. Los plexos coroideos son capaces de producir medio litro de líquido cefalorraquídeo al día en humanos.
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Bibliografía ↷
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Bibliografía
Krstić, EV. 1989. Los tejidos del hombre y de los mamíferos. McGraw-Hill-Interamericana. Madrid.
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