La tráquea se ramifica en los bronquios primarios, los cuales conducen el aire a cada uno de los pulmones. En cada pulmón los bronquios primarios se dividen en bronquios secundarios. El número de bronquios secundarios coincide en humanos con el número de lóbulos que posee cada pulmón, dos el izquierdo y tres el derecho. La estructura histológica de los bronquios es similar a la de la tráquea, pero a medida que se van ramificando, va desapareciendo progresivamente el cartílago: las semilunas se convierten en placas dispersas y luego desaparece. Además, el músculo liso es más patente y llega a ser una capa más visible que separa a la mucosa de la submucosa. El epitelio, que es pseudoestratificado cilíndrico ciliado en los bronquios de mayor calibre, al igual que en la tráquea, se convierte en pseudoestratificado cúbico, y con un espesor cada vez menor. Posee los tres tipos principales de células: ciliadas, mucosas y basales. Cuando el cartílago, las glándulas mucosas y las células caliciformes desaparecen y el músculo liso se hace también más escaso, aunque aún visible, los conductos entonces tienen un diámetro de aproximadamente 1 mm. A estos conductos se les denomina bronquiolos.
Los bronquiolos no presentan cartílago, ni glándulas y, aunque los de mayor calibre tienen un epitelio pseudoestratificado cilíndrico ciliado, a medida que van disminuyendo su calibre, el epitelio se transforma en simple cilíndrico y posteriormente en simple cúbico. Los tipos celulares son células club secretoras ciliadas, neuroendocrinas y células mucosas, que son las más abundantes. En todos los bronquiolos existe una capa de músculo liso bien patente. Los bronquiolos de mayor calibre se denominan terminales y los menor calibre son los bronquiolos respiratorios, los cuales tienen en sus paredes expansiones muy delgadas que forman oquedades denominadas alvéolos pulmonares (Figuras 1 y 2).
Los alveolos son los lugares donde se produce el intercambio de gases entre la sangre y el aire. Son cavidades revestidas de un epitelio simple plano que aumentan enormemente la superficie de contacto con el aire. El epitelio alveolar contiene los pneuomocitos I escamosos y II cuboidales. En los alveolos, una subpoblación de pneumocitos II son los encargados de regenerar tanto los pneuomocitos tipo I como los tipo II. Los neumocitos tipo II de los alveolos pulmonares liberan una sustancia surfactante que previene el colapso de los alvéolos pulmonares. Esta sustancia es fundamentalmente lipídica con algunas proteínas. Cada alveolo está rodeado por un entramado capilar, de modo que la distancia entre los glóbulos rojos y el aire es muy escasa, favoreciendo el intercambio de gases. En humanos se estima que hay entre 150 y 250 millones de alveolos. A veces varios alveolos forman conductos alveolares, que son expansiones de los bronquiolos respiratorios constituidos por numerosos alveolos asociados. Al final de los bronquiolos respiratorios se suelen formar lagunas alveolares, espacios abiertos a donde se abren numerosos alveolos.