Especie: ratón (Mus musculus; mamíferos).
Técnica: hematoxilina-eosina en cortes de 8 µm en parafina.
El epitelio de transición o transicional se llama así porque se pensaba que era una transición entre el epitelio plano estratificado y el cilíndrico estratificado. Se denomina también urotelio o uroepitelio. Estos nombres se prefieren ahora más que el nombre epitelio de transición. Es en realidad un epitelio estratificado formado por un número variable de capas de células (entre 2 y 6) dispuestas de un modo un tanto irregular. Reviste los tractos urinarios, desde los cálices renales (con dos capas celulares) hasta la uretra superior (con 4 a 5 capas), pasando por la vejiga urinaria (hasta 6 capas celulares) y los uréteres (ver también la Figura 1). El epitelio de transición evita el paso de agua, iones y moléculas entre la orina y los tejidos. Es quizá la mejor barrera para la difusión que hay en el organismo, bastante mejor que la epidermis.
Se distinguen tres tipos de células: superficiales, medias y basales.
Las células superficiales son poliédricas cambiando su morfología en función de lo lleno que esté el conducto: planas cuando está lleno y redondeadas cuando está vacío. Son las principales responsables de la formación de la barrera a la difusión. Esta impermeabilidad se debe a que tienen unas estructuras a modo de placas en su membrana apical separadas por zonas de membrana denominadas bisagra. Estas placas están formadas por una proteína denominada uroplaquina. También contribuyen a la impermeabilidad las resistentes uniones estrechas, una capa de glicanos superficial y una membrana plasmática con una composición característica. Por otra parte, la gran capacidad de distensión, lo cual ocurre con el llenado de los tractos urinarios, especialmente la vejiga urinaria, también se debe a que las células de las capas superficiales se aplanan por estiramiento, tomando aspecto de epitelio escamoso. La superficie del epitelio aparece rugosa cuando la vejiga está vacía porque las zonas de membrana entre las placas (zonas bisagra) de las células superficiales se pliegan. Dependiendo de la especie, algunas de las células más superficiales de este epitelio son binucleadas (Figura 2) y las demás células de esta capa poseen núcleos poliploides.
Debajo de esta capa superficial hay una o dos capas de células intermedias, en humanos pueden llegar hasta 5 capas, que presentan una forma que va desde piriforme a columnar, con un núcleo, y están conectadas entre sí mediante desmosomas.
La células basales se encuentran es una sola fila de células en contacto con la membrana basal. Son células menos voluminosas y más densamente empaquetadas que en las capas superiores. En esta capa se encuentran las células madre adultas que se dividirán y diferenciarán para reponer las células de las capas superiores. Cuando las nuevas células se desprenden de la capa basal van diferenciándose y creciendo en tamaño a medida que nos aproximamos a la zona apical. La capacidad proliferativa del urotelio no es muy elevada en condiciones normales, pero ésta aumenta mucho cuando se producen daños y tienen una gran capacidad regenerativa. Por ejemplo, cuando las células superficiales son dañadas, las intermedias se diferencian y reemplazan rápidamente a las perdidas. Se ha hipotetizado que todas las células de las capas superiores emiten prolongaciones que contactan con la membrana basal, al menos en algunas especies.
No existen interdigitaciones desde el tejido conectivo similares a las que normalmente se encuentran en los epitelios estratificados, siendo en este caso el límite epitelio-conectivo prácticamente plano. Como en el resto de los epitelios, en dicho límite existe una matriz extracelular especializada denominada lámina basal.
Bibliografía
Arrighi S. 2015. The urothelium: Anatomy, review of the literature, perspectives for veterinary medicine. Annals of anatomy. 198: 73-82.